A la diversidad de género que “predica” el sector aún falta “darle algo de trigo”
No hace mucho que una conocida revista de ciberseguridad publicaba entre sus páginas un análisis realizado por los profesionales del sector en España sobre la evolución de los ciberataques durante 2018. Se trataba de una larga lista de previsiones entre las que llamaba la atención la significativa poca presencia (en cuanto a número) de opiniones femeninas. Escasamente nueve excelentes profesionales mujeres se abrían paso entre las voces de casi ciento veinte personas hablando de RGPD, ransomware, IoT, APTs, infraestructuras críticas y un largo etcétera.
Más recientemente, esta semana pasada, nos llamó la atención que en la conferencia RootedCON que tuvo lugar en Madrid, de entre más de sesenta ponentes sobre los más diversos temas relacionados con la ciberseguridad solo aparecieran, como rara avis, dos mujeres.
Y es que, tal y como indican algunos estudios, apenas un 11% de los (las) profesionales dedicados a la ciberseguridad son mujeres.
En estos días en los que próximamente tendrá lugar una manifestación en favor del papel de la mujer en la sociedad moderna cabría hacerse la pregunta, dentro del sector en el que nos movemos, de por qué son tan pocas las mujeres que tienen una presencia significativa en un mercado tan crítico como es el de la protección de las comunicaciones y los activos informáticos y de la información.
Algunas voces se han alzado para poner de manifiesto la falta de atractivo que tradicionalmente ha presentado un sector que a menudo se ha visto asociado a estereotipos basados en la imagen de personas raras, en ocasiones socialmente inadaptadas y donde la falta de promoción o la fatiga profesional actúan de elementos desincentivadores. Sin embargo, estas razones no pasarían de ser las mismas, o muy similares, a las que podrían exponerse en algunas otras áreas de actividad. La justificación debe encontrarse además en otro sitio; quizás en un sector, el de la ciberseguridad, educado en unos preceptos asociados a terminología militar, como la delincuencia o la defensa y en el ejercicio activo de las medidas de protección y donde la mujer tradicionalmente se ha visto desplazada. A ello debemos unir la más que evidente carencia de presencia de mujeres en carreras relacionadas con las tecnologías pese a la progresiva aparición de propuestas que inciden en estos aspectos de género. Y no menos importante, en nuestra propia actitud masculina a menudo salpicada de ciertos prejuicios. Educación, promoción y actitud.
Más de tres millones y medio personas serán necesarias en 2021 para cubrir las necesidades en ciberseguridad a nivel mundial en funciones que requerirán las más diversas habilidades profesionales (legales, formativas, tecnológicas…). En este escenario los responsables de las empresas relacionadas con la seguridad IT, mayoritariamente hombres, deben plantearse si sería bueno adoptar un papel más activo y contribuir a incrementar la presencia femenina proponiendo iniciativas que impulsen su role y que se unan a las que ya propugnan algunas pioneras. Desde las empresas se debe concienciar que, sin la participación de la mujer, el sector (por cierto, no sobrado de recursos) estará perdiendo posiblemente la mitad del talento disponible; todo ello sin considerar la tan cacareada oda a la diversidad de género dentro de nuestras organizaciones que a menudo “se predica”, pero a la que aún falta “darle trigo”.
Escuchemos estos días lo que las mujeres tienen que decirnos a todos.